Mariana Torres junto con su hermana Ana Lilia crean la marca Panalli, una síntesis entre el campo y la ciudad, un emprendimiento femenino tejido en redes, con la mirada puesta en el bienestar de las abejas y las personas.
Por Leonor Pardo
Mariana y Ana Lilia Torres, son dos hermanas visionarias que tomaron los conocimientos y emprendimiento de su familia para impulsarlo, darlo a conocer, incentivar la conservación de las abejas y su medio ambiente, para llevar los beneficios de los productos de la colmena a más personas promoviendo, a su vez, el comercio justo.
Fue en el 2014 cuando estas jóvenes crearon Panalli, le dieron nombre a un oficio de familia. De manera autodidacta iniciaron sus primeros pasos.
Son la tercera generación de una familia de apicultores originarios de Puebla. Sus abuelos Marcos Torres y Luisa Durán fueron los pioneros. Manifiestan que fue precisamente con una caja de abejas en 1972 cuando comenzó su amor por estos animales.
“En el pueblo sabían que la casa de Marquitos y Luisita siempre podían encontrar miel. Transmitieron ese amor y conocimiento a otras personas del mismo poblado”, comparte Ana Lilia, quien continúa que “Andrés Torres, el séptimo de diez hermanos, fue el que más se apasionó por la apicultura pues era un tiempo para compartir con sus padres”. Precisamente Andrés es el padre de las creadoras de Panalli, quienes a pesar de crecer en un medio urbano siempre estuvieron en contacto con el campo y mucho más con las abejas.
Nacimiento de Panalli
Cuando Mariana decide mudarse a la capital para estudiar en la universidad, pensó en cómo apoyar el negocio familiar y continuar con la tradición.
En Texcoco, donde vivían, ya tenían algunos clientes – que aún continúan -. Así que empezó a ofrecer la miel a sus amigos, vecinos hasta que se fue ampliando a otros espacios como por ejemplo el Mercado Alternativo de Tlalpan, hace ya 7 años, empezando a darle sentido a la marca. “Era un hobby y después empezó a hacerse una estructura hasta lo que hay ahora” dice Mariana.
En un engranaje “un poco virtual” al inicio, ya que Mariana se encontraba en Ciudad de México y Ana estudiando en Morelia, fue creciendo este proyecto en el cual se han dedicado a tejer redes a partir de las abejas, con diferentes organizaciones y colectivos, desde mercados alternativos en la Ciudad de México., consumidores organizados en Morelia, red de meliponicultura agroecológica, INANA, con investigadores de la UNAM, con productores de Michoacán, Estado de México, Puebla y Veracruz.
“Se fue dando, la gente iba pidiendo, e íbamos necesitando todo al momento”, explica. “Después fuimos planeando más, – nos apoyamos – con personas especialistas. Al principio la etiqueta la había hecho yo, y en diseño pues soy 0.0 – se ríe al recordar -, pero mi intención siempre fue que las personas supieran el orígen y por qué era natural».
Hoy en día, además de la producción familiar ubicada en Texcoco, Panalli trabaja con varias familias con las que han estado en alianza desde hace tiempo: una familia en Puebla (que engloba a otras más) con quienes trabajan la miel de mezquite y la de acahual; y con otras ubicadas en Veracruz. Sus propóleos tienen dos orígenes: de Texcoco y de productores que forman parte de la Red de Meliponicultura Agroecológica.
Ha sido un trabajo de hormiguita, pero también es un trabajo amplio en redes, “para mí ha sido vital hacer alianzas… ha sido un viaje y un proceso bastante inesperado porque tampoco me esperaba tener una empresa y colaborar con tantas personas… Panalli es un bebé que ya va caminando y va tomando sus propias decisiones… Me ha generado muchísima satisfacción en muchos sentidos y siempre ha tenido muchos retos”.
Ambas emprendedoras revelan que Panalli surgió casi sin inversión, por puro amor al arte y la convicción de visibilizar el trabajo del campo y valorarlo. “Necesitamos hacer brechas menos disparejas, creemos en un mundo más armonioso y más justo y nuestra apuesta va hacia eso, el comercio justo, que se le pague mejor a los productores a quienes nacionalmente se les tiene súper castigados; y también tener un acompañamiento y un tipo de capacitación para que podamos avanzar y poder garantizar la parte de la calidad”.
Ahora con la emergencia sanitaria global, debido al COVID 19, Mariana reflexiona y dice: “somos unas guerreras, por estar, sobrevivir y seguir operando; y sobre todo la satisfacción de que las personas confían en nosotras y entonces es algo mutuo, no es que Panalli está en una burbuja sino que forma parte de una comunidad”.
Diversificación de productos
La creatividad de Mariana Torres ha contribuido en gran medida en la diversificación de los productos de su portafolio actual. Además de las mieles multiflora, acahual y mezquite, han ido añadiendo otros productos como propóleo, velas con cera de abejas, bálsamos labiales, y recién están incursionando en el mundo de la cosmética con la miel.
“Desde que empecé a apoyar a mi papá en las ventas me preguntaba qué más puedo hacer con esto, qué diferencia puedo tener con respecto a las personas que venden miel en todos lados” señala Mariana y, en su búsqueda e investigaciones, se encontró con que las abejas hacían un producto tan único, tan bonito que fueron ellas mismas la inspiración. Lo define como una alquimia, una transformación de energía que logran entre las flores, su polen, incluso el sol, para lograr el néctar que es beneficioso para ellas mismas como para los seres humanos.
“Lo único y lo mucho que hicimos – con la miel – fue cuidar que se conservara y se mantuviera con las propiedades y ellas – las abejas – hacen todo lo demás, la naturaleza hace todo para lograr este producto tan perfecto… que desde la antigüedad se empleaba para rituales pero también con fines medicinales, eso nos indica que es un producto tan milenario para la cocina como en la sanación y ahí dije, pues no solo la podemos utilizar para comer sino para otras cosas”.
De esta forma su inquietud, curiosidad y querer aprender la guiaron a investigar y experimentar con la miel. “Hice muchos experimentos, los probaba y luego se lo iba dando a mis amistades para ver que les parecía, y de ahí fuimos agarrando más experiencia y confianza en que los productos son buenos y que le funcionan a las personas”.
Hoy en día, después de haber culminado su carrera como abogada, dice de manera chistosa que, por el camino que ha tomado con Panalli, debió estudiar química.
Esas ganas de mostrar los beneficios de la miel y quererlos compartir con más personas y llevarlos a otros lugares, “hizo que diversificáramos los usos, y como los productos son tan ricos y tan amplios, el encontrarles miles de usos ha sido un proceso que ahora, en esta temporada, nos toca definir y ver hacia dónde queremos apostar”.
Panalli y Fonda Huitzillin
En medio de estas experimentaciones y alianzas, hace cuatro años aproximadamente iniciaron una serie de catas y degustaciones de miel de Panalli en Fonda Huitzillin.
Parte de la idea era acercar el conocimiento de la miel a través de una experiencia sensorial, sus características y procedencia, por medio de catas guiadas y luego la degustación de esos mismos productos incluidos en los platillos del chef Manuel Carrasco. Una aventura que se repite, al menos, 2 veces al año.
“Esta amistad y este acompañamiento nos llena el corazón”, revela Mariana, “el poder seguir llegando a más personas de una manera distinta, desde el punto de vista gourmet, y que puedan conocer sensorialmente las mieles ha sido bastante rico, así como las catas y los maridajes”.
Además, desde hace un tiempo ha estado probando con la producción de hidromiel (una bebida alcohólica producto del fermento de la miel) junto al chef.
Como bien indican, esta andanza en el mundo de la fermentación también ha sido de manera autodidacta: leyendo, investigando y escuchando las recomendaciones – incluso ayuda – de cerveceros artesanales. Pruebas de ensayo y error en la cocina de la Fonda.
Aún en fase de prueba, ya se sienten confiados en su nueva bebida. “Lo que ya estamos haciendo está mucho más estructurado ¡Ya tenemos recetas! Nos gusta como quedó, tanto en espuma como en carbonatación. Le agarramos la onda a los ingredientes, a que las levaduras se comportan de una manera; ahora, nos falta tiempo y manos, pero ya vemos posible un nuevo producto en nuestra línea”.
Panalli en unos años
Una de las cosas que sueñan estas jóvenes es, en un futuro, poder contar con sus propios terrenos y hacer con ellos un paraíso para las abejas, sembrar flores aromáticas, medicinales y desarrollar un proyecto de arbolaria y que a su vez sean una fuente de alimento para las abejas; así como ver crecer cada una de sus líneas de productos que han venido (y se están) desarrollando, eso sí, cada uno a su ritmo, con la confianza de que los derivados de la colmena aportan muchísimos beneficios.
Igualmente, seguirán apostando a las redes, seguirán siendo un enlace que acerca a los productores con los consumidores, a los padres-madres e hijas, a los saberes del campo con el arte de la ciudad. Están abiertas a proyectos de colaboración con otros emprendedores de México.
“Creo que vivimos en un mundo conectado en redes, pero hay que hacerlas visibles y valorarlas. Es súper importante para seguir trabajando, pues al final somos muy interdependientes, al igual que las abejas, las abejas no pueden vivir solas (al menos las abejas de la miel), trabajan en equipo y lo que hace una perjudica o beneficia a la otra, entonces para mí también es súper claro que después de esta crisis del COVID va a venir más fuerte esta parte de trabajar en conjunto, trabajar en red”. finaliza Mariana.
Dónde adquirir los productos de colmena de Panali
Además de buscarlos directamente en nuestra Fonda, o a través de nuestras canastas semanales, también las pueden comprar a través de sus redes sociales (facebook o Instagram, y cuentan con entrega a domicilio), así como en Smartfish, Mercado Alternativo de Tlalpan, Cuhtli, y recientemente en Siembra.
Fotografías: Panalli